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Se está hablando mucho de las distintas almas de Podemos, en gran medida con ánimo de dañar. Que si somos un partido dividido que si 2, 100 o 1000 familias: yo creo que somos un partido plural y democrático que ha venido para quedarse, pero también que hay una concepción de Podemos que es mayoritaria hacia dentro, y también hacia afuera. Me refiero al modelo de partido que ha aglutinado todo el voto y el caudal de militancia masivo de estos dos años, la mayor aportación que hemos hecho al panorama político español y que probablemente por tanto sea la más original y genuina (con sus aciertos y errores). Escribo este artículo para contar cómo lo veo yo, por si puede ser una aportación humilde al debate de estos días, y para eso necesito contar una historia.

En el inicio de Podemos yo venía de una corriente de la izquierda radical de cuyos resultados ya me mostraba pesimista en 2011 (algún día rescataré algunos textos de debate de aquella época), porque consideraba que no estábamos resultando útiles a las clases populares. Perdimos mucho el tiempo, pero aprendí todo lo que no hay que hacer.

Recuerdo que me mostré, quizás por inercia, muy pesimista al inicio de Podemos y solo participé ante la insistencia de un preciado amigo una lluviosa noche navideña de 2013. Nunca antes le había visto politizado y su entusiasmo me pareció tan curioso que me deje contagiar, no sin escepticismo. Me puse en contacto con un dirigente de este partido que participaba en Podemos y empecé a colaborar en un ámbito donde estaba curtido como era la organización de campañas en redes sociales: así conocí a un montón de gente que tenía un concepto de la política que yo no entendía para nada. Recuerdo con especial cariño en aquellos días a Nagua Alba, Edu Maura, Germán Cano y Luis Menor entre otros. Gente que ha demostrado desde entonces dotes más que suficientes de liderazgo y capacidad política.

En este grupo de redes sociales de Podemos tomé contacto con las ideas de Íñigo Errejón, y por aquella época de Pablo Iglesias, personajes a los que solo conocía de nombre. Había leído antes a Gramsci y a Laclau, aunque como la mayoría no había entendido nada. Todo aquello me impactó y, para que engañarnos, a pesar de que siempre he sido bastante heterodoxo reaccioné bastante mal ante semejante herejía, pero abrí las orejas. Encontré dos vídeos, que me parecen brutales argumentos, que me removieron políticamente y que me parecen brillantes:

Este primer vídeo de Pablo es toda una lección política y táctica. Y este siguiente de Íñigo Errejón es una maravilla que explica muy bien cómo se gestaba la ideología del Secretario Político de Podemos que después aplicaría para Podemos y que es seguramente una de las causas del éxito de nuestra estrategia política:

Era una forma de hacer política nueva. No se trataba de decirle a la gente: «mire usted, vote a la izquierda que es quien va a defender sus intereses». Cosa legítima. Se trataba de construir una identidad nueva que no fragmentase a sectores que por pura lógica e interés político -la necesidad de justicia, bienestar económico y un futuro digno- debían estar unidos.

En abril de 2014 ante la resistencia de gran parte del lado más tradicional de Podemos de aquel momento a probar esta teoría, abandoné aquella corriente y empece a colaborar en la mayoritaria. Sin estar convencido del todo consideré que la teoría «popular» merecía una oportunidad. Todo lo anterior había fracasado. A la vista está el éxito de Podemos y su capacidad para traducir un proyecto político emancipatorio a la gran mayoría: le hemos pegado una patada al tablero político. Hemos pasado de estar en el margen a estar en la centralidad: que no es el centro sino la capacidad de poner lo fundamental en el centro del debate político. Es construir un pueblo.

Podemos ha conseguido crear un símbolo que significa lo mismo que debería significar la «izquierda» (la defensa de la gente) sin apelar a un símbolo ya muerto que nos aleja de las personas a las que en teoría deberíamos sumar y defender. Esta es una de las cosas que debemos defender de este proyecto.

Para entender de lo que hablábamos antes tengo un caso que me parece paradigmático. Recuerdo que alrededor de Abril de 2014, haciendo propaganda de Podemos, encontré a una amiga que hacía años que no veía. Sus padres, represaliados por la izquierda, habían sido votantes del PP de toda la vida, igual que ella. Una chica normal, con una vida y un trabajo precario de cajera de supermercado que nunca nos votaría por una cuestión de identidad. La palabra «izquierda» representaba para ella algo que la hacía huir, sin una cuestión de interés de «clase» real.

Hablamos de política y le explique que Podemos no era un partido de izquierdas sino de la gente, construído para dar solución a sus prioridades y para intentar dignificar la política limpiandola de la corrupción que la aquejaba. El discurso de Podemos, apelando a su programa y a la gente, no a la izquierda, hizo que esta persona fuese votante y hoy día una valiosa militante de Podemos.

Dos minutos de genialidad en este sentido:

No tiene lógica que una persona que de facto gana menos que el SMI, tiene una mentalidad abierta y es hija de su tiempo vote al PP. Como un partido tradicional de izquierdas no lo hubiésemos conseguido. Si no consigues que se te escuche y entienda, tu acción política no sirve de nada: este es el poder del símbolo: el acceso o no a la persuasión política (que en este caso actúa de forma negativa).

Podemos ha conseguido crear un símbolo que significa lo mismo que debería significar la «izquierda» (la defensa de la gente, los trabajadores, la democracia, el derecho y la libertad) sin apelar a un símbolo ya muerto que nos aleja de las personas a las que en teoría deberíamos sumar y defender. Este triunfo es algo que deberíamos defender de este proyecto. Cambiar la metáfora no es cambiar el fondo: la teoría populista ha demostrado ser una política de «clase» mucho más efectiva que la tradicional, puesto que aglutina a gente diversa pero con intereses objetivos similares que de otra forma estaría dividida.

Y así hay miles de ejemplos, no nos engañemos. Las élites han conseguido fragmentar la voluntad política con símbolos que de facto ya no significan nada, aunque en la teoría signifiquen todo. Para la gente el PSOE es la izquierda y el PP es la derecha, y no encuentran diferencia entre las reformas laborales, de derechos y de recorte de esta derecha y esta izquierda. Romper esta trampa, apelar a todo el mundo que comparte intereses y señalar a la élite como tal es la mejor manera de agrietarlo.

Los medios, y algunos agentes interesados en provocar nuestra quiebra, lo enmarcan en una disputa entre moderados y radicales. Para nada. No hay radicalidad alguna en la política hecha para estar a gusto entre los que piensan igual, que no busca convencer ni persuadir. No podemos ser esa izquierda rancia que disfruta de ser minoría. Y no hay moderación alguna entre los que quieren conseguir que nuestra base de simpatizantes sea cada vez más amplia, todo lo contrario: ellos rompen el apoyo social de las élites viejas, labor de todo el que quiera transformar la sociedad.

Podemos quería ganar, no ser la nueva izquierda. Eso es lo que me sedujo. Si no sirve para resolver los problemas de las personas no sirve para nada, todo lo que no sea esto no es más que fetiche, no política. Debe ser una herramienta de empoderamiento y recuperación de soberanía.

No hay radicalidad alguna en la política hecha para estar a gusto entre los que piensan igual, que no busca convencer ni persuadir.

No es un debate programático sino táctico, y es sano. Se trata de construir pueblo apelando y usando la palabra y los símbolos de forma performativa, asumiendo que en ciertos momentos de búsqueda de identidad -momento populista- lo que se dice de las cosas ayuda a dar forma a las mismas, se trata de ganar; o generar una alternativa tradicional de izquierdas que asuma que esa identidad ya está dada y por tanto basta con apelar a la izquierda, quedándonos reducidos a los que tradicionalmente puedan sentirse identificados con la metáfora «izquierda». Y así no podemos ganar como dijo Pablo Iglesias -y espero que siga pensando-, eso equivale a un 10% o un 15%.

Si volvemos a hacer lo mismo de siempre no obtendremos un resultado diferente y caminaremos a la desintegración, cosa que hoy está muy lejos y por eso podemos evitar. Aunque es un camino muy cómodo.

Creo que Podemos ya eligió y eligió bien: un proyecto de mayorías. Espero que sepamos valorar nuestros propios aciertos. Este es mi Podemos y mi aportación al debate.


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17 respuestas a “Un Podemos para la mayoría

  1. Me parece un texto muy acertado y coherente. Hay que crear mayoria y que finalmente la sonrisa cambie de bando. Y hay que seguir trabajandolo ya que no es fácil en España. Como bien dice esa chica, el estigma perdura, izquierda = diablo.
    Lo único que yo aun no tengo del todo claro es porque se ha abandonado la teoría, los de abajo a por los de arriba. Bajo mi punto de vista, volviendo a dividir la política en izquierda y derecha como se está haciendo, va en contra de toda táctica y no hace más que alimentar a la bestia… porque desgraciadamente las personas que aún consideran a la izquierda bajo estigmas como el mencionado que pertenecen al pasado, aun son mayoría.
    De todas formas no nos queda otra que seguir remando contra viento y marea ya que «Claro que Podemos».

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  2. No lo veo tan claro. Yo siempre he sido de izquierdas; qué hay de malo en afirmarlo ? No fue la izquierda la que defendió la República, combatió contra el fascismo y padeció la represión de la dictadura. Yo estoy orgulloso de mis raíces y no reniego de ellas. Y creo que hoy Podemos es la única fuerza con voluntad y con potencial de verdadera transformación social. Cada uno puede llamarlo como quiera pero yo, por coherencia conmigo mismo y por lealtad a quienes nos precedieron, llamaré siempre «izquierda» a lo que signifique cambio, transformación, progreso… En una palabra, justicia

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    1. No se trata de lo que nos guste a cada uno. Anteponer el «Yo soy de izquierdas» a un bien común, para mi gusto, responde más a las necesidades de un ego, que al de las personas.
      No se trata de bajarse los pantalones, se trata de ser un poco menos ideologicos y un poco más pragmáticos.
      Sin hablar de como alimenta a la maquina del fango la división, izquierdas/derechas.
      Un saludo 🙂
      (en mi casa tenemos un fuerte pasado de izquierdas, pero hemos trabajado para borrarnos el ego y trabajar por el bien común)

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  3. Me encanta
    Comparto y me apunto el link porque me parece muy útil para tratar el tema
    Es perfecto para ponerlo más de una tarde en las sedes

    Más de una tarde

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  4. Buen artículo . Gracias José
    Creo que en éste momento en que hay tantas cosas en crisis, económica (el poder financiero arrolla a los que sólo tenemos el poder de nuestro trabajo ) de valores (estoy pensando en la Unión Europea y el trato que esta dando a los refugiados), un señor que se llama Socialista y que está en el consejo de administración de una multinacional… y luchando encarnizadamente para no perder sus privilegios…
    Creo que tenemos muchas cosas que explicar…
    1. Nos están robando: la Sanidad , la Educación pública, la vivienda, el futuro…
    Empecemos por cosas que todos puedemos entender. Digo yo. …

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  5. Destacamos:
    «No es un partido de centro, sino un movimiento que pone en el CENTRO del DEBATE POLÍTICO lo fundamental a favor del ciudadano y por extensión al país». y, » No se trata de una nueva izquierda» sino de la mayoría del palpitar de la población, ya hayan sino de derechas, centros, izquierdas o nada. Como común denominador: ética, honestidad, consciencia, solidaridad, progreso humano social y alegría de vivir. Prioritario favorecer, ampliar y aumentar el nivel de formación, conciencia y responsabilidad ciudadanas para hacer frente a los miedos, manipulaciones y engaños de la gran política presidida hasta la fecha por la mayoría de los partidos y medios de comunicación. Adelante no nos dejemos arrastrar por el engaño y la manipulación del momento y sigamos dando ejemplo de rectitud, sabiduría y lucidez. Todo nuestro apoyo a la dirección a sus componentes, nadie sobra incluidos los que aparentemente han dado un paso atrás.

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  6. Hola José,

    Creo que tu opinión es muy interesante y valorable por parte de alguien que viene del anticapitalismo, que estuvo en los primeros tiempos de Podemos y que ha acabado abrazando la teoría populista de izquierdas.
    Sin embargo creo que hoy, marzo de 2016, hay cosas que han cambiado respecto al planteamiento original y quería comentarlas, además de algún otro «pero» que quiero indicar.

    Tengo la sensación de que ese discurso «transversal» y anti-élites pudo valer para hacer crecer al partido pero se ha quedado a medias de su objetivo y por eso se ha cambiado. En Podemos ya no se oculta ser un partido de izquierdas y se ha abandonado el discurso transversal y anti-élite del inicio. Creo que hay varias razones para este cambio:
    – Si se analizan las encuestas, tanto de votantes como de percepción ciudadana, Podemos es un partido claramente identificado con la izquierda, de hecho se le sitúa a la izquierda de IU (cuando realmente no está ahí). Esto último puede ser producto de los miedos que se han creado contra Podemos, pero si analizas a los votantes de Podemos la práctica totalidad de ellos están en el centro-izquierda o en la izquierda.
    – España tiene un sistema parlamentario y esto hace que la política deba ser esencialmente distinta a la de los sistemas presidencialistas. En un sistema parlamentario el pacto, el acuerdo y la coalición son peajes inevitables y eso requiere que los partidos tengan que «mojarse» con aliados y tengan que ceder ciertos maximalismos. La realidad de Podemos en este tiempo ha sido que sus aliados potenciales son el PSOE e IU (o Compromís) y un rechazo absoluto a otros partidos como C’s. Esto evidentemente sitúa a Podemos en la izquierda.

    La realidad es que Podemos tiene, junto con sus aliados, un 20% de votos. Quizá podrían ser más, pero no parece que a corto plazo puedan ser muchos puntos más. Y esta es la realidad, una situación política relevante pero insuficiente para gobernar solo y por tanto un futuro que exige tomar una posición en este sistema parlamentario, bien como partido pactista bien como oposición total. Y ambas opciones tienen riesgos y generarían potenciales pérdidas de votantes por alguno de los dos extremos del espectro sociológico de Podemos.
    Por otro lado creo que no está tan claro que con la teoría del populismo de izquierdas se pueda llegar a ganar la mayoría social. Esto ha servido en países empobrecidos como Venezuela o Argentina, catalizado por un sistema presidencialista. En España, por difícil que estén las cosas, hay un estado que funciona, hay colchones familiares de protección generados en la época anterior más próspera, no hay los grados de miseria y de haberlo perdido todo que han existido en otros países, hay un sistema parlamentario, una constitución rígida, unas tensiones territoriales escondidas detrás de debates maniqueos, falsos y contradictorios…En definitiva ¿Puede aspirar Podemos a corto-medio plazo a captar el 50% del apoyo popular? Francamente, lo veo imposible.
    Si aceptamos esa teoría de hace dos años de que el momento era «ahora o nunca» deberemos aceptar que ha sido «nunca». Ojo, que yo no creo en el ahora o nunca, pero sí creo que procede un replanteamiento de qué se quiere ser en una situación como la actual donde has llegado al 20% de votos con confluencias de todos tipos que, no nos engañemos, en algún momento tendrán tensiones peligrosas.

    Pero más allá de todo esto yo tengo una crítica de fondo. Creo que Podemos es un muy buen partido para alcanzar el poder y sabe mucho de comunicación, hegemonías, etc. Aunque no haya alcanzado una mayoría tenemos que reconocer que ha batido cualquier récord de la izquierda alternativa en España. Sin embargo tengo la sensación que Podemos, si alcanzase el poder, no sabría qué hacer con él más allá de una dialéctica determinada y de tres o cuatro medidas facilonas y casi reactivas.
    Creo que el fracaso de Syriza demuestra que esto no se trata alcanzar el poder, se trata de saber qué hacer con él. Esto de «mejorar la vida de las clases populares» no es una cuestión de voluntad como se vende, para poder hacerlo tienes que estructurar y deshacer una serie de complicadísimas situaciones sobrevenidas con una idea clara de lo que quieres hacer, y creo que Podemos no la tiene. Por mucho que este populismo se construya absorbiendo y amalgamando las demandas sociales, tiene que haber una idea económica coherente de fondo porque sino acabaríamos viendo esos típicos bandazos con políticas de subvención generalizada para contentar a todo el mundo y eso no es una transformación social, es el vicio del pan y circo.
    Cosas como la Renta Básica, por ejemplo, que sí suponían un cambio de paradigma enorme han sido abandonadas en cuanto se ha visto que eran perjudiciales para el objetivo electoral. Los programas de Podemos (me los he leído todos) son colecciones de cosas de aquí y allá que a veces no parecen tener coherencia o que parecen quedarse a medias. Me parece muy bien defender a la gente, pero para defenderla hay que saber cómo y no cederlo todo al voluntarismo.

    ¿Soy exigente? ¿Eurocéntrico tal vez? ¿un intelectual exquisito? Quizá. Pero siento que «esto» no es mi cultura política, que estar creando identidades, hablando de patrias, con un ojo siempre puesto en la cámara de TV y buscando asaltar el poder sin tener muy claro como convertir el deseo en hecho no es lo que yo deseo para la izquierda. Y no es que todo ese envoltorio sea malo per se, pero hay que rellenarlo. Quizá sea cuestión de tiempo, o de una ligera adaptación, no lo sé, tan solo sé que cuando pienso en Podemos me sale el orteguiano «no es esto, no es esto».

    Saludos,

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  7. Tal cual. Y muy ilustrativos los vídeos; el primero ha estado acudiendo a mi cabeza de forma recurrente las últimas semanas. El segundo, como bien dices, es una auténtica maravilla. Fuerza, ánimo y… a seguir construyendo pueblo.

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